lunes, 27 de diciembre de 2010

Luz del verso

Más allá del horizonte donde se apaga la luz,
Más allá de las estrellas donde ves a Venus llorar.

Yace en el suelo cubierto por su propia sangre,
Un juguete cuyas piezas desarmadas no encajan
Y la clavija de su manecilla es incapaz de girar.

No digas que todo fue bien,
No mientas, nunca le apartaste,
No supiste distanciarte de ese pasado.

Y ahora, soy yo
Quien paga por tus errores de antaño.

Alguien capaz de amar no comete tales actos.
Esta mal visto jugar con diversos corazones
En pos de su propio bien.

Incapaz de discernir el comportamiento humano.
Sólo ella es la única capaz de comprenderse.
Se encierra en su frágil mundo de papel,
Tejiéndolo con resignación y temple.

Ella es el monstruo que duerme latente en la oscuridad,
Esperando otra presa para devorar, otra oportunidad.

Me atrajo a su trampa como a todos,
Con el uso de sus cautivadores encantos.
Fui la marioneta en su excéntrico anfiteatro,
Pero el juguete esta roto, se ha quebrado.

Nunca le he interesado,
Al menos lo suficiente.
Era el paréntesis para acercarse a él.

No era el virtuoso amor,
Ni el codiciable deseo,
Sino algo más oscuro destinado a los celos.

Fue el secreto encubierto,
Ahora expuesto y revelado,
Gritado a los cuatro vientos.

Rompiste un alma por diversión.
Sólo otro más designado al placer.
La ilusión pudo enjaular a mi visión,
Pero ahora, por fin, desperté.

Y el sol brilla con plena intensidad,
Cae la bella noche misteriosa y serena,
El cielo se despeja, puedo ver las estrellas,
Y al fin se apartaron sus lóbregas tinieblas.