miércoles, 31 de marzo de 2010

No existen los cuentos de hadas... Solo los que creamos

Cuando crees que en la sartén el destino es cruel contigo, cuidado porque aun no has caído a las brasas, ahí, será entonces cuando la verdadera realidad envuelva tu vida haciendo de ella el puto infierno.

Vivimos anhelando una felicidad que para algunos es tan solo la efímera ilusión de una quimera, un sueño en el cual poder resguardarse de esa realidad de la vida misma y del mal que nos rodea, para otros, son pequeños momentos de luz que compensan nefastas rachas de mala y amarga suerte.

Realmente no se en que grupo estoy, porque cada vez que atisbo un resquicio de esa felicidad, es como gritar a los cuatro vientos y conseguir que se entere el diablo, convirtiéndome en un peón de su tablero.

Yo solo quiero un día entero, un día sin preocupaciones, un día en el que no importe nada a mi alrededor, dejar que el silencio me rodeé, ver una sonrisa complaciente, sentir que en realidad uno no esta solo entre la multitud, sentir que no eres el ultimo de la fila, un día en el que nadie te juzgue por lo que eres, por lo piensas, por lo que haces o incluso por quien te acompaña, pensar que no gira todo entorno al dinero, tener a tu lado a esa persona a quien verdaderamente le importas, esa que te respeta, te desea y te contempla como si fueras el punto clave de su mundo, que el mundo real se desvanezca, no perder el tiempo con trivialidades, llenar ese hueco del corazón, completar la mitad perdida del alma, todo eso, solo en un día.

Imposible, cierto, sería como creer en la magia...

Es un pequeño cuento de hadas.

Flor Espina.

En otro tiempo, en otra era
Lejos del hombre y la corrupción.

Se mantiene a salvo una flor
Tan perfecta y tan bella
Que la sabia naturaleza la equipó
Con el más mortal de los venenos.

Serias a caso capaz de parar
Tu corazón por un momento
Y escuchar más allá
De lo que tu orgullo te permite.

Ella clama en alto un nombre,
Te llama con el seductor canto de una sirena.
Su voz ha robado un alma, la mía,
No existen fuerzas para alcanzar la libertad.

Me embarco en la búsqueda esta flor,
A través de las peores pesadillas
Y de los mayores obstáculos.

Viajare por el infierno
Si es ella, la luz que ilumina el camino,
La pregunta es si seré yo quien sobreviva a ese mortal veneno
Espero poder ser inmune a su protección y obtener ese ansiado día perfecto.


jueves, 25 de marzo de 2010

Erase una vez...

Esta es la primera entrada de mi blog y cual es la diferencia entre este blog u otro.
La pregunta es ¿Por qué leerlo?

Yo no encuentro respuesta alguna para convencerte de que gaste tu tiempo en esta página.

Sin embargo, en mi caso, sólo puedo decir que esta es mi pequeña guarida y en ella, expondré mis proyectos y creaciones, de las cuales, algunas espero publicar dentro de poco tiempo.

En estos textos hablo sobre diferentes temas de carácter melancólico, oscuro y en cierto modo antinatural.
Pero en especial, mis composiciones tratan la temática del amor, más en particular del desamor.

He ahí, el amor, una palabras con tanto significados, emociones y sentimientos, tan compleja y tan indescriptible, cómo definirla, es un hecho imposible, solo su realidad es la definición de su propio significado.

Como muchas otras personas, yo escribo a cerca del amor, intentando aproximarme a él y plasmar en el papel ese todo infinito.

Quién no ha sentido alguna vez esa certera flecha del traicionero Cupido en el corazón de la misma alma y sufrido de ese veneno que causa tal adicción.

Por ello, en honor de mi primera aportación a este pequeño lugar, empezaré publicando un pequeño poema que compuse inspirándome en la mezcla entre la soledad y el amor de un inmortal.

Se titula Larga Noche. Y comienza así…

Yo rezo a la luz del amanecer para que haga
Declinar la oscuridad ante el astro rey.
Canto lamentando las oscuras horas
Donde mi larga espera la esperanza abandona.

Oh mi señora,
Mi frío corazón sin vida aún te aguarda.

Me abrazan los colores de la muerte
Y cabalgo entre las extensas tinieblas,
Recitando antiguos textos de la noche
Que te invocan desde las grises sombras.

No puedo caminar por la eternidad
Si no puedo compartirla a tu lado,
Me condenas a la sombría soledad
Durante el paso de mortecinos años.

Oh mi señora,
Venid a rescatar a esta alma perdida.

Dentro del submundo observo a los mortales
En la llama de la luz del mundo diurno.
He sucumbido ante el efímero deseo de tenerte
Y la sangre ya no satisface a mi hambre inconsciente.


(Este poema contiene derechos de autor,
esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual)