lunes, 10 de junio de 2013

Sidney

Yo solía ser el Romeo que buscaba presto a su amada Julieta,
Sin embargo, di en este camino con demasiadas malas hierbas.

Aquel día creí ver esa flor,
Esa rosa carmesí que prendó a mi corazón,
Fue la rebelión para convertirme en sumiso esclavo,
Apresado y subyugado con sus cadenas de frío estaño.

Se alza un crepúsculo como el que vimos aquel ayer,
Mientras observamos las luces de nuestro refugio improvisado.
Caminábamos por la ciudad con el viento acariciando nuestra piel,
Con el monumental edificio blanco de hormigón ante nuestros pies.

Qué caiga el telón con los bellos reflejos de azul cobalto,
Las estrellas son los focos de este espontaneo escenario.
Somos los protagonistas de este peculiar amanecer,
La luna no es la única espectadora de este secundario acto.

Qué importa si creía que todo aquello que sentía por ti era amor.
No recuerdo las veces que me perdí por las curvas de tu cuerpo,
Mucho antes de que la oscuridad fuese desterrada
Por las prematuras luces del vergonzoso sol.

Las palmeras guardianas de la exótica avenida,
Inconscientes de una inesperada situación.
Los pescadores a la vera del mar con sus redes y navíos,
Inconscientes de una inesperada disposición.

Tu sonrisa fue el aliciente,
Y tu voz fue la melodía que hizo cabalgar a mi corazón.
Las aves formaban flechas adornando el cielo junto al mar.
Se cometieron muchos errores pero aquella noche fue especial.

Vimos a los barcos del industrial puerto partir.
Y como lentamente se iba disipando la oscuridad.
Aquella noche no quería estar en otro lugar

Que no fuese junto a ti en nuestro Sídney particular.


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