Apuesta por mi derrota

Estoy perdiendo a ese que dicen que es mi juego favorito,

He mostrado mis mejores cartas antes de empezar.

Y por desgracia al parecer no es ninguna novedad.

Ahora sólo toca cederte el turno para apostar.

Miro el vaso a mi lado

Y resulta estar medio vacío,

Aunque siempre podría ser peor por momentos.

Podrías estar marcándote un buen farol por ejemplo.

Tráeme el resto de la botella

Y deja que lo vuelva a llenar.

Sonríeme, muéstrame esa sincera y cierta realidad.

La mentira es la cacería que ronda por mi excéntrica mente.

Todo es más evidente,

Sólo tengo de picas un mísero siete,

Que probablemente no me dé,

Ni suerte, ni picardía.

No hay malas jugadas,

Sólo malos jugadores.

Y yo perdí a la reina de corazones.

Me desconcierta pensar que tú puedas jugar

Esa baza contra mí,

Cuan tahúr en una corte de estrambóticos bufones.

Sólo espero que no seas fan del dos de corazones.

Realmente, necesito un comodín

O como mínimo un codiciado as.

Soy el amante pretendiente

De una dama que no me pertenece.

Barajo una nueva y extraña idea en mi interior.

Oculta más allá de la muerte del trébol de mi suerte,

Una cadena de pensamientos en distorsionada sucesión.

Pero el mundo sigue gritando alto a mi atormentado corazón.

Me ensordecen sus atronadoras voces revocando mi cortejo,

Más dónde brota la tormenta diviso un reluciente espejo.

Son tus ojos dos diamantes y mi imagen su reflejo.

Allá dónde el sol vespertino apaga sus tenues luces,

Se muestra el obvio resultado de este banal juego,

Ignorante y presumido he cedido a tus encantos.

Más sólo te diré en pocas palabras que;

Arriésgate en la jugada de esta partida,

Porque en esta guerra de claro ingenio,

Tu armada invencible está invadiendo y conquistando

Íntegramente al ejército del imperio que en mis cartas mora.

Indudablemente,

Apuesta por mi incondicional derrota.