lunes, 26 de abril de 2010

A la deriva

Tu vanal diosa
que me bautizaste como náufrago,
enviándome sin compasión al exilio,
descartando mi alma a tu isla del olvido.

Ahora, vienes a saciar mi sed,
ahora que ya no puede ser saciada,
ahora, vienes a calmar mi hambre,
ahora que ya no puede ser calmada.

Intentas obtener la redención de tu pecado,
pero ya no hay más perdón
que el que mora en la tumba
de mi corazón putrefacto.


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