Se ocultaba
tras la belleza de una rosa de plástico,
Los
susurros de la primavera transformándose en verano.
Puse el ojo
y la flecha
En una
meretriz a la que convertí en reina.
La vestí de
gala, la adorne con joyas,
En mi mente
la nombre mi idolatrada diosa,
Pero la
verdad guste o no siempre aflora.
Y aunque me
hizo sentir como un rey,
Yo no era
más que un peón en su ajedrez.
Me vende
los ojos y seguí el juego,
Sentí el
cuchillo cortando mi pecho.
Proseguí
luchando no podía creerlo,
Ella era mi
todo y yo sólo un muñeco.
La moneda
de cambio era el calor del amor,
Ella lo necesitaba
como la flor al sol.
No
importaba el postor,
Sólo el
modo de pago.
Y yo por
desgracia quede más que tocado,
Pero mejor
alejarla a tiempo,
Que vivir
día a día a su lado,
Aunque sé
que esta herida
Pase el
tiempo que pase
Permanecerá
sangrando.
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