martes, 19 de abril de 2011

Vesania

Se rompe el frío silencio en la oscuridad de la noche,
Suena mi grito con toda la intensidad que me permiten mis pulmones.

Atravesando sin compasión,
Mi ardiente corazón con la más certera flecha,
Resuena como un trueno en los albores de la agresiva tormenta.

Sólo ello,
Sólo un sonido que rompe toda esta amarga quietud,
La tranquilidad de un mundo estático y pasivo.

Me sumerjo en el eco ocasionado por el estruendo,
Y caigo al suelo sintiendo liberar mis contenidas emociones,
Recobrando el aliento resurge en mí desde la profundidad de mi pecho.

Mientras caen por mi rostro las peores lágrimas jamás contadas,
Antes encerradas en la más oscura penumbra de mi interior,
Contenidas en una jaula de plata y oro con anchos barrotes,
Diseñada y construida con mis propios errores y temores.

Sufrimiento, agonía y dolor,
Tristeza, ira, y aflicción,
Son sentimientos mezclados entre sí,
Expresados por el sonido de un llanto.

Un llanto que clama y canta una oda a la locura.
El silencio le ha hablado a mi mente por tanto tiempo,
Demasiado.

Que las fuerzas han mermado en exceso
Y como el fino y delicado cristal,
Se ha quebrado en miles de destrozados pedazos.

Esta locura mía,
Junto con las lágrimas derramadas
Son la sangre de una herida abierta
En una incurable hemorragia.



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